A lo largo de los últimos años se han acumulado evidencias del cambio climático y de sus impactos sobre distintos sectores socioeconómicos y sistemas naturales en todas las regiones del planeta.
Las proyecciones sobre la evoluación futura del clima indican que, aunque los esfuerzos mundiales para reducir las emisiones resulten eficaces, los efectos del cambio climático se harán sentir durante décadas.
Por esta razón, la adaptación al cambio climático es una estrategia necesaria a todas las escalas. Es necesaria para complementar los esfuerzos de reducción de las emisiones que lo provocan.
Las proyecciones indican que el cambio climático incrementará los riesgos vinculados al clima tanto para los sistemas naturales como para los humanos. Algunos de esos riesgos se limitarán a un sector o región particular, y otros tendrán efectos en cascada. En menor medida, el cambio climático proyectado también apunta algunos beneficios potenciales.
Diversos fenómenos extremos asociados a las condiciones climáticas, como olas de calor, sequías, lluvias torrenciales o incendios – que causan serios impactos sociales y ambientales en nuestro país – aumentarán su frecuencia o su intensidad como resultado del cambio climático. En este sentido, la adaptación es una respuesta imprescindible para evitar un impacto creciente sobre la economía y la sociedad.
Por otra parte, la reducción de los recursos hídricos asociada al cambio climático plantea retos fundamentales a sectores clave como la agricultura, mientras que el ascenso del nivel del mar afectas de manera singular al turismo y las ciudades costeras.
Poco a poco la adaptación se va incorporando en los procesos de planificación, siendo todavía más limitada la aplicación de respuestas. Estas posibilidades de adaptación pueden ser: sectoriales (relativas a un sector específico), multi-sectoriales (relativas a dos o más sectores conjuntamente), regionales, transversales u horizontales (sirven para mejorar la adaptación global).
Más información: